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martes, diciembre 29, 2009

Cancellato


Hace una semana salía yo de casa corriendo, como siempre que tengo que coger un tren, me esperaban unas 10 horas de viaje para volver a casa antes de Navidad vía Turín-Milán-Bergamo-Madrid-Salamanca. Como la cosa era para rato, compré una revista de cine en la estación que resultó ser una mierda bastante cara. La primera parte del viaje fue normalita; la máquina de sacar el billete que se queda las monedas del cambio, el tren que se retrasa una hora y media...lo normal en estos casos. Cuando conseguí llegar a Bergamo, sobre mi nariz se posó un pequeño copo de nieve que me hizo mirar primero al cielo, y después el reloj. Faltaban 10 minutos para el cierre de las puertas de embarque, así que mi mente inocente no enlazó estos dos acontecimientos y seguí avanzando con mi maleta rota hacia la terminal. Cuando llegó el momento de embarcar, me emocionó el hecho que mis huellas se quedasen marcadas por la pista, y mi mente imaginó lo diferente que sería despegar bajo la nieve...3 horas y media después seguíamos en el avión, bajo la nieve (más o menos medio metro) y con las ruedas aún en el aeropuerto. Después, fue todo confusión; nos hicieron bajar para "estar más cómodos" hasta que limpiasen la pista de despegue, más tarde nos hicieron recuperar las maletas "por si necesitábamos algo de dentro en lo que esperábamos" y finalmente, tras suspender el vuelo a la espera de mejoría del tiempo, sin avisar, en las pantallas apareció "cancelado" al igual que ya pasaba con los otros 34 vuelos. 34 vuelos navideños esperando llegar a casa, que deberían estar prácticamente llenos, y que acercan el número a las 5000 personas de mi alrededor encerradas bajo el mismo y minúsculo techo.
De esas más de 24 horas atrapado recuerdo un momento clave: Yo, parado cerca de la puerta de entrada del aeropuerto intentando que los ojos llorosos de Nerea no abriesen compuertas, una chica en frente llorando por teléfono, una señora mirando por la ventana como la nieve lo tapaba todo, en silencio con sus hijos pequeños, un señor gritando y golpeando la ventanilla de Ryanair, los españoles de mi avión desmantelando el árbol de Navidad para enchufar los móviles y un policía sudado corriendo hacia los baños.
Después sólo sueño y desinformación que se transformaban en frío a medida que pasaban las horas. Cuándo decidí volver a casa, la gente que dejé atrás se peleaba por un bocadillo en el único bar del aeropuerto abierto, por el último dinero que daba el cajero y hasta por un sitio en mi autobús, mientras el ejercito empezaba a quitar nieve con palas y nos hacía circular a fila de 1 para que consiguiésemos andar fluido. Tan sólo habían pasado unas horas desde que empezó todo, pero es increíble cómo una situación así transforma a las personas, cómo las hace racionar...creo que Saramago se queda corto en sus ensayos.

Cuando llegué a casa, a mi casa de Turín, reconozco que estaba un poco deprimido. La idea de pasar las navidades lejos de mi familia no me resultaba nada llamativa. Sin embargo, he de reconocer que una Navidad diferente no sólo es interesante, si no, a veces, necesaria. Pasarla en Turín, preciosamente empolvada como un panettone bajo el azúcar, con amigos que te acogen en su cena familiar, otros capaces de mantenerse despiertos al teléfono desde España y Turín en los momentos malos, y otros, que imaginan cualquier alternativa para hacerte regresar a casa, es una experiencia increíble, una más de este Erasmus, y que te hace apreciar cosas de las que de otro modo no te habrías percatado.

Ahora ya estoy a 2 horitas de casa, y como la experiencia ayuda, compré una revista bastante menos intelectual pero mucho más interesante que ya me he leído, así que aprovecho que renfe se moderniza cuando pagas un poco más caro el billete, y por sólo 19€, llegando en el mismo tiempo, mi ordenador con su pequeño corazoncillo requemado funciona a través del enchufe que tengo al lado del culo...Pedirles Internet ya sería demasiado, así que sí, mientras escribo esto, reconozco que tengo ganas de llegar a casa, pero también tengo ganas de volver, de regresar para no enfrentarme a un mes que puede ser increíblemente satisfactorio, o peligrosamente desilusionante. En cualquier caso estoy decidido...intentaré llegar a través de las baldosas amarillas.

Canción que sonó en el aeropuerto unas 3 veces...muy adecuada.

viernes, diciembre 18, 2009

Oltre a 92 giorni...


Nunca he sido una persona demasiado inteligente, y me da rabia, porque sé que una persona suficientemente inteligente sería capaz de predecir el futuro inmediato tras la toma de una decisión.

Desde que nacemos, tenemos a nuestra disposición la capacidad de decidir, de tomar un camino u otro para labrarnos un destino. De nada sirve preguntarse que habría pasado si en vez de tomar una decisión hubiésemos tomado la contraria, o simplemente otra, porque cada camino, generalmente, es irreversible. Así, comenzamos nuestra vida sabiendo muy poco, o más bien nada, de todo, y nuestras decisiones llevan nuestra vida a una continua especialización hacia la imbecilidad. Con el paso de los años sabemos cada vez más de menos, hasta que al final, no sin un poco de suerte, conseguimos saber todo de nada. Y eso, es lo que nos hace imbéciles.

Desde que decidí estudiar una ingeniería, mi nivel de imbecilidad creció exponencialmente y, arrepentido o no, aquí estoy después de todo este tiempo, a continuar pasando por periodos de una vida que van dejando recuerdos de pasado, incapaces, tras su reconstrucción, de predecir un futuro suficientemente nítido.

Los últimos 92 días, aproximadamente el 25% de un año y el 1% de mi vida me han dejado ya una pequeña cicatriz, que marca mi forma de pensar, me cambia como persona y que me hace tomar un camino diferente en definitiva, y aunque estoy convencido que muchos de los recuerdos y sensaciones que llevaré a casa son efímeros, sé que sin esforzarme demasiado formaréis parte de mi futuro de alguna forma.

Aunque no lo vea con claridad, soy consciente que el futuro está ahí delante.

Il bene più segreto sfugge all'uomo che non guarda avanti, mai.

Ritorno subito...