Mostrando entradas con la etiqueta Gonzalo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Gonzalo. Mostrar todas las entradas

domingo, diciembre 06, 2009

Stoccolma


Muchas veces las cosas se te escapan de las manos a tal velocidad, que tu capacidad de reacción parece funcionar impulsada por la energía que genera un molinillo de papel. Un hecho desencadena otro, y este a su vez produce otro que empuja al siguiente, y al final, sólo basta un pequeño impulso para que las cosas escapen a tu control. Es en esas situaciones cuando te sientes tan patético, que sólo desearías poder transformar tus miopes ojos en dos bolas opacas para no ver cómo el universo entero se detiene a observar el modo en el que reaccionas.

Últimamente, sin darme apenas cuenta, sucede que me sorprendo siendo toqueteado por un policía de incógnito, que me soba rodeado de agentes con pinganillo y un perro excesivamente cariñoso que olisquea mi entrepierna, a la vez que dejo que quien va conmigo me acuse de contrabando mientras entablo conversaciones algo interesantes con amigos secretos, que no se dejan conocer, quien sabe si para mantenerme despierto hasta el amanecer, donde con la salida del sol soy golpeado e insultado por un italiano enloquecido mientras me encontraba calmando a cuatro fierecillas, para terminar en una comisaría, hecho que no tiene nada que ver con lo de ser pillado sacando fotos al material privado de la agencia espacial europea o con lo de robar panecillos en la mensa para prepararme bocadillos que llevar al gimnasio, que al final terminarán por el suelo cuando resbalo desnudo al salir de las duchas. Situaciones diarias que desearía haber podido parar en el momento justo y que, sin embargo, ahora desembocaron en hacer de mi un tipo de lo más subreal. Y es que, si te paras a pensarlo un poco, existe ese punto de no retorno, en el que, no se muy bien cómo ni por qué, me condeno a jugar siempre. Así que si señor, soy raro...y eso es lo más bonito que me han dicho en algún tiempo.

Por eso, tal vez, no me ha sorprendido tanto la visita de Victor, Magoo y Gonzalo, porque, en la vida de un tipo raro, no es extraño encontrarse con gente a la que quieres tanto en Milán, para coger un vuelo a Estocolmo donde tomar unas cañas con un amigo francés y al día siguiente, regresar a Turín para llevarles a Génova.

Gracias por compartir Estocolmo conmigo y hacer de dos semanas una normalidad extraña que recordaré siempre.