Viajar solo es una sensación un tanto extraña, por momentos te sientes un tio raro con algún problema auto-social, y en otros puedes sentirte un poco como Alexander Supertramp con sólo imaginar que el avión de Ryanair es una autocarabana de hippies irlandeses...no voy a ir de héroe romántico, porque mi realidad es mucho más sencilla cuando al otro lado hay alguien que te espera, te abre su casa y está dispuesto a perder su tiempo contigo, pero creo que es una sensación que me gustaría probar más de largo algún día, sobre todo cuando consiga convencerme a mi mismo que puedo ser un buen compañero de viaje y no sentirme solo, si no acompañado de mi mismo.
Bruselas me ha sorprendido, y es que, estoy seguro, que si te enseñan una ciudad con un poco de profundidad siempre encuentras el encanto capaz de fascinarte. Gante me pareció una ciudad más olvidada, con menos vida, pero que merece la pena visitar aunque sea rápido. Brujas es tal y cómo te la describen, un decorado de cuento que parece irreal, y Amsterdam, Amsterdam es un lugar imaginario que no debería funcionar y sin embargo lo hace, e increíblemente bien...un sitio avanzado en el que quedarse a vivir una buena temporada.
El viaje, en cierta medida, me ha devuelto a casa, pero a la casa de una época pasada, y me ha creado otros muchos recuerdos que no olvidaré. Por eso, una vez más, voy a seguir el consejo de Mateo y apuntar las cosas, las verdaderamente importantes, en una lista mental para no olvidar, y a esa lista, que puedes leer en el primer comentario de esta entrada, le pongo la música de una ItaloFrancesa que escuché nada más bajar del avión.
sábado, noviembre 28, 2009
Brusselle-Gand-Bruges-Amsterdam
domingo, noviembre 01, 2009
Sabato Genova e poi la Domenica si chiede
Hoy mientras iba camino de la mensa me he cruzado con una mujer que pedía a los pies de creyentes a la salida de la iglesia, un chico que a media sonrisa abría el contenedor de basura, y un viejete que arrastraba en un carro todas sus pertenencias y, mientras me planteaba que yo comería por 2.50, me dio por pensar la cantidad de cosas que deseamos sin contar con el resto.
Supongo que me sucede porque es Domingo, y los domingos es día de pedir. O simplemente hoy me he dado cuenta que en Turín existen las mismas miserias que en el resto del mundo. No es un conflicto sentimental, es más bien el conocimiento más profundo de algo que, hasta hoy, no había percibido, que no hace diferente a la ciudad, si no parte del mismo mundo. Y mientras tanto aquí estoy yo, pasando mi domingo bajo una manta, comprando billetes de avión para escapar, con la esperanza que Bruselas, Estocolmo o Madrid me devuelvan a casa...deberían inventar un sistema que me prohíba escribir los días de morriña.
Definitivamente ha llegado el frío y el cambio de hora no ayuda a olvidar la sensación que cada vez los días duran menos, tanto que incluso puedes llegar a ver el sol delante y la luna a tus espaldas bajo el mismo firmamento. No es que nos encontremos bajo cero, no al menos térmicamente, pero yo ayer desperté y al abrir la persiana desee que todo estuviese blanco sin prever las consecuencias y, aunque no se hizo realidad, hoy empiezo a temer que suceda demasiado pronto. Demasiado pronto para estar preparado, y demasiado pronto para dar tiempo a esa pobre gente que duerme en la calle a encontrar un sitio mejor.
El domingo se pide y yo pido tener más días de sol, aunque me encante el frío.
Ayer pasé el día en Genova, cuidad preciosa, ecléctica y que me recuerda bastante a la que se ve en esta canción.