Seamos simplistas, un animal actúa por instinto, y cualquiera de sus actos podríamos explicarlo como la búsqueda de alimento o reproducción. Desde que nacen, tienen como objetivo alimentarse y sobrevivir el tiempo necesario para reproducirse. Así que, reducimos la vida de un animal a una búsqueda continua de alimento, que saciada, le lleva a la reproducción.
Nosotros nos consideramos diferentes, y en consecuencia, nos atribuimos cualidades que descartamos en otros seres vivos para diferenciarnos, y creernos especiales, gobernantes, por así decirlo, de nuestro destino. Sin embargo nos movemos en la rutina, un ir y venir diario hacia ningún sitio en concreto. Nos alimentamos para vivir, vivimos para formarnos, nos formamos para trabajar, trabajamos para poder seguir alimentándonos, y saciados, o tal vez no, buscamos reproducirnos. Nos vemos diferentes, pero estamos abocados también a la búsqueda eterna de la felicidad insatisfecha, porque no nos engañemos, nuestra naturaleza sigue siendo animal.
Dicen por ahí que hay quien trabaja por dinero, que a fin de cuentas es sólo el medio de transporte, el vagón en el que viajan algunos sueños, semillas de ilusión y objetivos rectificadores para no salir del ciclo marcado.
Y de eso va este experimento, movido por una pregunta:
Me declaro culpable de, a pequeña escala, experimentar con la ilusión, crear felicidad efímera y dejar indicios de esperanza ruinosa.
Y respondo a la pregunta: En mi opinión sí ¿y para ti?.
El cuento número 13 es de esos libros que no entra de primeras, a la vista, simplista y previsible, con una historia que no llega a calar. La típica protagonista con aires melancólicos de una historia, la suya, que aún siendo menor, superpone a todo lo demás. Una trama demasiado vista sobre la siempre aburrida vida de la escritora de libros.
Me dejé engañar, y me ha costado varios meses terminar un libro tan corto. En mi opinión no compensa del todo el aburrimiento inicial, pero el libro es de los que finalmente no dejan mal sabor de boca. Recomendado si alguien te avisa que después mejora lo suficiente.
Yo no me puedo quejar, no tengo mala vida, de hecho, hoy lo primero que he visto al abrir los ojos ha sido un enorme arcoiris frente a mi ventana, pero el ritmo de la canción de Manu Chao marca últimamente mis días. Definitivamente, el estress me hace ser más eficiente.
3 comentarios:
Pues a mi me esta encantando el libro, me parece que está muy bien escrito, el argumento engancha, me imagino las conversaciones de las inglesas, no se, me gusta.
Que envidia levantarte y ver eso, yo solo veo una calle oscura y una pared de ladrillos.
No te creas que es tan buena vista, normalmente huele a bichos muertos reconvertidos en algo, y entre tres y cinco columnas de humo que se levantan en el horizonte. El arocoiris es algo bastante extraño.
Bueno bueno, hacía tiempo que no me pasaba por aqui de visita, lo se lo sé, pero no te he olvidado. EL principio de tu entrada me ha recordado a la pirámide de Maslow, y si viene a decir que teniendo las necesidades básicas cubiertas comida, techo y demás toca la reproducción igualito que los animales por mucho que se empeñen en decir que no, seguimos siendo animales con ropa.Por mi parte pienso que los animales son más felices que nosotros, se complican menos sobreviven y disfrutan cada día, nosotros si sobrevivimos queremos más cosas materiales y luego más y mas y es un no acabar.
LA felicidad se encuentra en el camino no en el destino, asi que aprovecha más tus momentos felices que las desilusiones que son un asco, no sirven nada más que para recordarte que las cosas se pueden mejorar pero no para hundirte y te lo digo yo que cuando me ha dado el tema me he puesto más melancolica........................
Voy a seguir leyendo las entradas que me quedan.
Un beso, Blanka
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