domingo, enero 07, 2007

Tren de colores


Voy camino de Valladolid, y me he atrevido por fin. He conseguido sacar el portátil en el tren sin pasar vergüenza…o casi. Es una gozada esto de tener un portátil. Hace unos meses yo era ese que decía que un portátil es un lujo innecesario, pero ahora creo que es una de esas cosas a las que de verdad se les puede sacar partido. Tal vez merezca la pena sólo si consigue quitarme unos gramos de timidez. Gramos que por otra parte gano en el viaje, y nada tienen que ver con el bocata que me estoy comiendo, más bien es cosa de que el chico de delante los está quemando y fumando su humo…o algo así, que yo no sé cómo van esas cosas que se hacen con papel de albal un mechero y una…espera a ver…si, una especie de tubito de plástico ¿?. Que cosas se aprenden de viaje.
Huele raro, no mal, sino raro, sólo diferente. El humo hace cosas raras cuando sale de su boca, ¿será cosa del tren? Quiero decir, no es como el humo de un cigarro que sube y se va, desaparece, sólo deja su aroma, éste es diferente, parece más espeso, como si flotase más, como si esperase a ser respirado por alguien y no querer desparecer.

Llega el revisor.

El chico no tenía billete, ¿que triste verdad? Parece que escapa de alguien, o yo me lo imagino un poco así, como un aventurero, uno de esos de las películas, un fugitivo. Se llama Julián. Tiene cara de Julián, así que le podemos llamar Julián, total no creo ni que lea esto nunca, ni que le importe mucho si lo hiciese.
Julián montó en un pueblo dónde nunca sube nadie, con una mochila marrón, dónde no había nadie que le despidiese, subió a un tren, sin dinero, sin billete, quizá sin destino, incluso quizá sin ganas de partir, pero lo hizo, no se sentó en el último asiento porque ahí estoy yo, se sentó justo delante desde dónde puedo ver su cara reflejada en el cristal. Abrió su mochila y salió humo de colores, es una mochila mágica que nos hace soñar a todos con huir a un lugar mágico, sin preocupaciones, sin obligaciones, sin destino diferente al de aquí y al de ahora. Y allá nos vamos, con Julián, en un tren multicolor…destino el paraíso.

sábado, enero 06, 2007

Extrañas navidades



Extraña Navidad: Dícese del periodo del año correspondido entre el 22 de diciembre y el 7 de Enero, durante el cual el mundo se vuelve completamente loco, se tiene hambre y ganas de vomitar a todas horas y el tiempo acelera un poco más de nuevo, un poco más, si cabe.

Esta ha sido una navidad extraña, y no lo digo yo sólo, que lo dice el diccionario de mis navidades. Éstos días apenas he escuchado villancicos, me tiene merecido por estar cantándolos el resto del año, porque para quién no lo sepa, cantar villancicos en épocas distintas a la navidad trae mala suerte. Pero la culpa no es del todo mía, algo tiene que ver también la “familia política” de Jaime y los vecinos del pueblo de Víctor, que han sido los encargados de hacer famosas las tetas del portal…en fin, los villancicos son sólo uno de los motivos extras de la extrañeza, del resto tiene la culpa el engaño de la navidad que este año ha sido mucho más violento.

Tengo 24 años y, cansado de escuchar eso de “este año se me ha pasao volando” o lo otro de “¿pero ya es navidad otra vez?” o tal vez, en algún inteligente, eso de “Han sido unas navidades más raras…” me he decidido a indagar un poco entre el tiempo y los excesos y creo que he encontrado la solución al problema. Te voy a contar el secreto mejor guardado de las navidades, mucho más guardado que el de los Reyes. Yo lo llamo, el efecto roscón.

Imaginémonos el roscón de Reyes como un pequeño acelerador de partículas navideño. El roscón representa la Navidad y los que pasan por el “rosco” somos nosotros, cual frutitas confitadas rellenas de regalos y jolgorio. La navidad es un engaño, dulce, pero engaño al fin y al cabo, con almendras y azúcar, y relleno de nata y regalos, pero un duro engaño, forjado como el anillo de Frodo, por un cruel ente dominador del tiempo, que reside, quién sabe si en la montaña del destino.
Cuenta la leyenda que este ente, conocedor de lo mucho que a los hombres nos gusta la fiesta, los regalos y los dulces…entre otras cosas, que por una vez el sexo no viene tan a cuento…forjó un periodo anual de unos 15 días, durante el cual, estaríamos condenados a distraer el espíritu (por esos días llamado navideño), y mientras violamos 5 de los 7 pecados capitales (a saber: Avaricia, lujuria, gula, envidia y pereza), el ente pondría en funcionamiento su acelerador del tiempo.
La misión del acelerador del tiempo, como su nombre indica, es, una vez finalizado el efecto roscón, modificar nuestra percepción del tiempo, proporcionalmente a nuestra edad, de forma que cada navidad que pasas, el tiempo percibido hasta la siguiente navidad se reduce significativamente.
Este es el motivo de que cada año que pasa parece más corto y cada navidad menos Navidad. Los villancicos son sólo el adorno de los conocedores de la mentira para no sucumbir a la transgresión del sexto de los pecados capitales, la ira. Espero que el pecado que nos queda, del que nunca me acuerdo, no esté también en el plan malvado del ente, porque de lo contrario vamos todos directos al infierno.

Yo me he prometido este año no pasar más por el aro, he disfrutado esta Navidad igual que de las otras, pero he conseguido ser consciente del tiempo, el cual dirá algún día que vencí al malvado ente navideño y su efecto roscón, que viví mis días enteros con sus pocas 24 horas y que alcancé honor y gloria...upss